lunes, 17 de mayo de 2010

Huir Hacia Adelante


A diferencia del común de los mortales, un personaje con el poder y las aspiraciones de Mauricio Macri, asume un auto de procesamiento dictado en su contra, por lo menos públicamente, con un desenfado y un optimismo propio del que se siente muy seguro. No queda claro, al menos por ahora, si esa seguridad proviene de la convicción de que es inocente, o de la certeza en que puede garantizarse su propia impunidad.


La lógica mediática de Macri, no tanto en su condición de Jefe de Gobierno de la Ciudad, sino mas bien en la de candidato presidencial, exige cierta sobreactuación ante la noticia, tanto para descalificar al juez Oyarbide, como para comunicar su certeza de que todo no es mas que una maniobra K. La victimización le cae bien a quién ha hecho de ella una herramienta de construcción política, facilitada por la benevolencia mediática y de colegas opositores.


Claro que esa lógica no es la que el sentido común impondría a un ciudadano imputado de delitos muy graves. En ese tono, el anuncio de un pedido de juicio político a Oyarbide parece hacer agua en un eje fundamental: todavía no está siquiera someramente probado que la decisión del juez adolezca de arbitrariedades, sea manifiestamente injusta o responda a intereses espurios. Ni siquiera han sido dados a conocer los fundamentos del auto de procesamiento, por lo que el anuncio de Macri debe ser entendido en el marco de su estrategia defensiva, no ya en el ámbito procesal, sino en el mediático, en el de la opinión pública, que sin duda es trascendente en un caso como este.


El tema sería llegar a los sectores de la opinión pública para los que, sin necesidad de prueba en contrario, toda decisión judicial que se tome contra un opositor, es fruto de una pérfida maniobra kirchnerista. En la otra vereda están los que creen que cualquier imputación formulada a Mauricio Macri adquiere veracidad mientras no se pruebe lo contrario.


La justicia, que en el ámbito penal busca la dilucidación de la verdad real, no parece tener mucho espacio en tal escenario.


¿Y el juez? Oyarbide es un caso especial, sin la linealidad genuflexa que caracterizó a la justicia menemista, este magistrado parece tener visajes que impiden su clasificación en el ámbito de los operadores oficialistas, o de los que instalan comités opositores en su despacho (al estilo Pura de Arrabal). El mismo juez que procesa al opositor Macri hace lo propio con el ex funcionario kirchnerista Ricardo Jaime. El mismo que sobreseyó a Kirchner en la causa por enriquecimiento ilícito tiene preso a Zanola en la investigación de los medicamentos truchos. Parece ser que Oyarbide tiene juego propio y baquía probada en el arte de ejercer su función en las ligas mayores, y sobrevivir para contarlo.


Volviendo a Macri la elección de la táctica victimizante resulta obvia, aunque el menú de opciones no parece muy amplio y se puede estrechar si la Cámara confirma el procesamiento. Aunque los méritos de la justicia no debieran medirse por kilo, doscientas fojas de considerandos a la firma de Oyarbide, en la que figuran con pelos y señales las escuchas organizadas y operadas por el Fino y Ciro James contra, entre otros, el cuñado de Mauricio no se rebaten fácilmente, o por lo menos no únicamente, recurriendo a actos de campaña y expresiones compungidas de Gabriela Michetti.


La victimización tiene otro costado que merece analizarse: ¿Es realmente conveniente para el proyecto kirchnerista sacar de carrera a Macri? Aclaremos que sacarlo de cualquier manera es malo sin mas, y un Macri sobreviviente a este episodio, con la aureola de víctima bien instalada, sería mas peligroso que el Macri anterior al episodio. Del mismo modo, un candidato opositor sorprendido in fraganti delito, o poco menos, nunca le viene mal a ningún líder oficialista.


Pero la hipótesis aquí es otra: supongamos que el oficialismo tiene en sus manos la ocasión y los medios para destruir la carrera política de Mauricio Macri, sin costos políticos importantes. ¿Es aún ello conveniente? Planteo la pregunta porque a mi me parece que no.


Con miras al 2011 el escenario mas interesante para lograr la victoria electoral, tiene que ver con la mayor ampliación de la base de sustentación propia, por un lado, y con la mayor dispersión posible de la ajena. El radicalismo ha de tener un candidato que muy probablemente será Judas C. Cobos, aunque no se puede descartar de plano la idea de que el felón cuyano deba recurrir a una estructura alternativa, y otro sea el aspirante de la UCR. Elisa Carrió ha de reiterar su personaje en campaña, Pino Solanas también. ¿Y la derecha pura?. Esa que se denomina de centro, y que debe descartar al colombiano De Narváez por razones constitucionales. Si se queda también sin Macri sólo le quedarán presidenciables en el ámbito del PJ: ¿Duhalde? ¿Solá? No parece haber otros nombres, pues Reutemann reiterará sus dudas, que quizás las veladas insinuaciones de su ex esposa Mimicha Bobbio potencian y la estrategia de hombres como los Rodríguez Saá y Juan Carlos Romero no está vinculada hoy con una victoria propia, que con realismo descartan, sino con una derrota kirchnerista a manos de Cobos, que sería luego una perita en dulce en sus fauces. Si Duhalde y Solá son vencidos en las primarias, o desertan antes, lo mas probable es que se sumen a la estrategia de sus pares del serpentario "federal".


En síntesis: la de Macri es la candidatura que le va quedando en pie a la derecha no peronista, y su salida de la cancha, engrosaría las posibilidades de voto "útil" al inútil de Cobos. Concentración del voto opositor, lo último que el kirchnerismo necesita con miras a la primera vuelta del 2011.

Macri sabe que no tiene plan B, y que lo suyo se define en el 2011. Sin estructura pejotista a mano, no puede especular con ser el beneficiario de un triunfo cobista con destino de helicóptero. No se bajará entonces de su candidatura, si no es para encaminarse a Devoto.


Ignoro si este análisis se hace en esferas oficiales, pero me parece claro que si de jugadas estratégicas se trata, lo mas conveniente es dejar a Macri lidiando con su escatológica gestión, escasa vidriera para exhibir logros que lo fortalezcan como candidato presidencial.


Es a tono con ese análisis que no veo una mano negra detrás del procesamiento a MM. Quizás su propia torpeza, de la que ya ha dado inequívocas muestras, lo hayan llevado a este escenario, en el que sólo le queda huir hacia adelante.

4 comentarios:

Claudio dijo...

Si, pero de todas formas si dejarás pasar a Macri porque te conviene, y encima después perdés las generales y llega a presidir Macri esta Nación, me tiro un tiro.

A.C.Sanín dijo...

Muy buen análisis. Coincido en que Mauricio Macri en carrera contribuye a la dispersión del voto opositor y que además sería muy inconveniente para el oficialismo enfrentarlo si, pese a todo, sobrevive a la supuesta maniobra y se presenta a elecciones.
En cuanto al impacto en la opinión pública, me llamó la atención el balance que propuso Morales Sola, en su editorial del sábado pasado, en coincidencia con lo que se afirma en el post. Dijo Joaquín: "Es difícil que la opinión pública entienda, fácilmente al menos, que James oía conversaciones en nombre del padre de Macri y en el gobierno de Macri, y que no había relación entre una cosa y la otra. Y, encima, que Mauricio Macri no conocía ni lo uno ni lo otro. Franco Macri, el padre, se hizo cargo públicamente del convenio con la empresa que lo contrató a James. Pero, ¿quién se hace cargo del nombramiento de James en el gobierno de Mauricio Macri?" Es decir, Morales también advierte los límites de la víctimización como única respuesta a un expediente de 200 fojas. Saludos.

Carpe Diem dijo...

Claudio: Hablamos de hipótesis cuyas claves no conocemos. De todos modos, está claro que no hay a esta altura apuesta sin riesgos.
Sanín: Gracias por el elogio. Y si, el propios Morales Solá no puede disimular la escasa sustancia de la estretegia actual de Mauricio.
Saludos a ambos.

Anónimo dijo...

yo no me arriesgaria dejandolo a macri que siga su carrera al 2011, no me gusta la idea, hay algo que me dice que hay que frenarle ahora.