Aún en una expectativa favorable, como la que se presenta de cara a la aprobación por el Senado del nuevo régimen jubilatorio, resulta necesario tener presente que el proyecto seguirá recibiendo munición graneada por parte de los opositores ideológicos, los opositores oportunistas y de la "prensa seria".
A diferencia del proceso que derivó en la derogación de la Resolución 125, este batifondo careció hasta aquí de interpretes adecuados. Mientras que el imaginario social permitió proyectar en el debate anterior una imagen pública de los adversarios del gobierno que los favoreció, permitiendo ocultar tras la figura de manos callosas y amaneceres laboriosos de campesinos imaginarios, a rentistas y especuladores concretos y reales, en este caso una construcción semejante no ha resultado posible. Es que no hay sofisma que pueda hacer aparecer a los bancos, propietarios de las afjp, bajo una luz que los favorezca lo suficiente. Aún en un país donde la cortedad de memoria afecta a anchas porciones de la sociedad.
Pero la munición sigue siendo arrojada. Veía anoche en televisión a algunos de los tenaces francotiradores, cuya sola presencia hace dudosa toda gestión exitosa. El sofisma enarbolado por el colomboneoliberalmenemojusticialista Francisco de Narváez consiste en señalar que mediante la reapertura de la opción previsional, que permitió durante el año pasado a los contribuyentes prisioneros del régimen de capitalización incorporarse al de reparto, se había celebrado una especie de plebiscito mediante el cual la mayoría de los futuros jubilados había dado el sí al sistema privado. Si bien los números de afiliados a la capitalización resultan engañosamente elevados, pues mas de 3 millones de los mismos no hacen ningún aporte, resulta sospechoso que con esa realidad conviva la que indica que el 80% de los nuevos afiliados elijan el reparto.
La verdad es que la nueva situación no implica que todos los aportantes pasen compulsivamente el régimen de reparto, pues este se extinguirá a la par del de capitalización. El nuevo régimen, que se llamará Sistema Integrado Previsional Argentino ofrecerá prestaciones distintas a las dos opciones existentes.
Y hay una diferencia, entre varias, que hacen al nuevo sistema totalmente diverso al de reparto hoy existente: es que el Estado dejará de sostener las jubilaciones presentes y futuras de la enorme cantidad de afiliados a la capitalización que no alcanzan el haber mínimo y en socorro de los cuales debe concurrir sin que estos aporten un sólo peso a un sistema solidario. Concretamente ahora todos los aportantes lo serán del Estado, lo que terminará con una de las características mas irritantes del sistema de capitalización, en el que los contribuyentes con los mejores sueldos, con el perfil "yuppie" de los comerciales de Consolidar aportan para si (y para su socio en las ganancias, Consolidar) y le dejan al Estado y a los aportantes al régimen de reparto que sostengamos a los menos afortunados, entre los cuales eventualmente puede estar el propio padre del yuppie.
Así que nada de plebiscito, que el nuevo régimen no es ninguno de los dos que hasta hoy coexisten.
Otro sofisma fue voceado por Federico Pinedo, el mismo que con involuntario humor dijo hace unos días que le parece que los argentinos no comparten su preocupación por el sistema jubilatorio.
Lo que señala este caballero es que el fin del sistema de capitalización significa un atentado contra la propiedad privada. No explica de que propiedad privada habla, cuando los fondos depositados en las cuentas individuales no pueden ser objeto de disposición por parte de sus aportantes. Es decir, no pueden pedir no ya que se los reintegren, sino tampoco pueden opinar acerca de las "inversiones" que las administradoras hacen con ellas. Por otra parte, en caso de que tal pretensión se judicializara, parece evidente a la luz de las escuálidas prestaciones que el régimen de capitalización viene generando, que resultaría muy difícil demostrar un perjuicio, tal como el que resultaría si las futuras jubilaciones estatales fueran inferiores a las mismas prestaciones pagadas por las afjp.
En fin, las conmovidas manifestaciones no mueven el decibelímetro, y de no mediar alguna generosa Banelco salvadora vamos derecho a la abolición de un verdadero paradigma del saqueo de los '90. Si, saqueo. Aunque esa palabrita recién haya brotado ahora y no entonces de boca de tantos sinvergüenzas que la juegan de paladines de la República y del estado de derecho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario