Si con el carriotismo no alcanzaba, si la cuota de esquizofrenia política en la Argentina resultaba insuficiente, ahora si me parece que todos los cupos están llenos.
¡Aquí no faltan cárceles, como claman algunos!. Aquí se requieren mas neuropsiquiátricos...
Hoy domingo 21, y como si nada, el ex embajador argentino ante la Santa Sede durante la gestión De la Rúa, don Esteban Caselli, se anota en la carrera presidencial para el 2011.
Hombre de dos mundos, ha alternado su menemismo explícito, que le permitió ejercer diversos cargos entre 1989 y 1999, con un firma alineamiento con las políticas vaticanas, que hizo de él mas un vocero eclesiástico que un embajador de un gobierno independiente ante el trono de San Pedro.
Claro que no solo de lo celestial vive el hombre, y para combinar sus intereses terrenales con los divinos, nada mejor que su militancia en el Opus Dei, y su estrecha relación política con Silvio Berlusconi.
Hasta aquí, una carrera en el funcionariado argentino que se extendió durante las gestiones de Menem, De la Rúa y a Duhalde (también fue Secretario de Culto de este), pero que terminó en 25 de mayo de 2003. Para reanudarse, allende el Atlántico, en el Senado italiano a raíz de su elección como representante de los italianos de ultramar, por la derechista Forza Italia, en los últimos comicios legislativos. Hasta aquí una prolífica carrera política, pero no mas que eso.
Pero en el Clarín del domingo (casi diría que de hoy, aunque escribo en el comienzo de la madrugada) Caselli demuestra que lo de Carrió es contagioso y que el modelo del dirigente político con delirio místico es una realidad a la que habrá que acostumbrarse. Porque, muy suelto de cuerpo, anuncia su decisión de lanzarse a la competencia por el sillón de Balcarce 50 a raíz de que una exhortación del papa JUAN PABLO II. Y no es que el pontífice polaco, fallecido en 2005 estuviera pensando varios años atrás en los pormenores de la política criolla. No, es un dato actualizado, según el candidato, pues el consejo le fue dado por Wojtila, personalmente y susurrándole en la oreja durante una visita del funcionario ítaloargentina a su tumba (ver aquí). Un dato de enorme interés para los que se ocupan del proceso de canonización del antecesor de Ratzinger, pues quizás pueda ser considerada milagrosa la capacidad papal de gastar bromas pesadas de ultratumba.
De estos mitos se ha nutrido con frecuencia el historial eclesiástico en el pasado, pero no vemos en el veterano funcionario el "physique du rol" apropiado para recibir, cual Doncella de Orleans el encargo de "ve y salva a la Argentina". Aunque, si sus patologías no resultan incompatibles, y ninguno pretende tener la exclusiva en materia de recepción de mensajes del mas allá, quizás a Carrió le apareció un eventual socio político.
En fin, hombre de la derecha política, amigo de Berlusconi, de Menem, de Ruckauf y de similares especímenes, y de la derecha eclesiástica, que aquí encabeza el obispo platense Héctor Aguer, Caselli no se ha andado con chiquitas a la hora de su lanzamiento y se propone entrar por la puerta grande a aquel ámbito al que se accede en un viaje de ida, sin retorno. Específicamente, al territorio del ridículo.
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